miércoles, 23 de marzo de 2011

El velorio de nuestro hermano Octavio Romero Arzate.

La tarde del miércoles 16 de mayo de 2011 acudí a las instalaciones de los Servicios Funerarios del Gobierno del Distrito Federal ubicados detrás del Panteón San Isidro, en Azkapotzalko, para velar los restos mortales de nuestro hermano Octavio Romero Arzate. Llegué a las cinco de la tarde; en la capilla ya estaban el doctor acupunturista Alfonso Ricart Velázquez y su compañera la señora Cecilia Aguilar, quien ya encendía el sagrado sahumador para impregnar con místico aroma del kopalli el ataúd donde reposaba el hermano Octavio. Ella, Cecilia Aguilar, fue gran amiga de Octavio Romero Arzate, y siempre estuvo atento a las necesidades de nuestro hermano.
Más tarde, llegaron la señora María Guadalupe Aguilar Cervantes (Yolohxochitl) quien estuvo muy cerca de Don Octavio, ya que ella hacía trabajo cultural en el Museo Príncipe Tlaltekatzin, y fue ella quien habló con Don Octavio para que nos permitiera usar el espacio del museo para dar clases de idioma Nauatl. Yolohxochitl llegó acompañada de María Candelaria García Avilés, enfermera, quien estuvo junto a Don Octavio  todo el tiempo que duró su convalecencia y agonía, hasta su deceso; María Candelaria me refirió que hubo ocasiones, estando Don Octavio en su cama de hospital, que sintió la presencia del ihyotl (fluido vital) de Tlaltekatzin cuando éste llegaba a ver a Don Octavio.
Un poco después acudieron varios vecinos de Don Octavio para acompañarle en su velorio:
Acudió la señora Carmen Sandoval, que vive en la calle de Aspiros, fue amiga y vecina de Don Octavio y se encargó de dirigir el rezo del Rosario durante el velorio. También acudió la señora Auxilio Camargo, amiga de siempre de Don Octavio.
Otros vecinos llegaron a despedir a Don Octavio: Aurora Maquivar, Irma Sánchez, Paula Pantaleón Salvador, Elena Cruz Ramírez (comadre de Don Octavio, y quien se encargaba de darle de comer todos los días en el museo), Ricardo Avilés Rodríguez Tepeozelotzin /fundador de la Koanallan Tepeozelotl y amigo de Don Octavio). Mención especial merecen los hermanos del Grupo de Danza Prehispánica Teoilhuikatl, quienes durante veinte años llevaron gran amistad con Don Octavio, y esa misma noche ofrendaron respetuosamente la danza de Tonantzin alrededor del ataúd del hermano Octavio.
Finalmente, como a las diez de la noche, arribó una señora Leticia, que se dice entenada de Don Octavio.
Al otro día, a las nueve de la mañana, fue cremado el cuerpo de Don Octavio, y sus cenizas entregadas a su entenada.
Octavio Romero Arzate abandonó este plano físico, pero su esencia está ahora más presente que antes.
Mexikah, xiauh.

miércoles, 16 de marzo de 2011

¡Iuan ok zepa ipan Tlalli, Octavio Romero Arzate nikan ka!

Esta madrugada, a las 4:04 de la mañana, mi entrañable alumna y amiga Yolohxochitl me envió un mensaje a mi telèfono celular, en el cual me comunicaba lo que desde hace tiempo temía tanto: el incansable Octavio Romero Arzate había fallecido durante la madrugada.
¡Qué noticia más triste! Recordé a Don Octavio en sus buenos tiempos: fuerte, vigoroso, decidido, incansable. Ciertamente, su carácter siempre fue difícil, pero aquellos que tuvimos la fortuna de compartir con Don Octavio siempre lo recordaremos como una persona excepcional.
Este día, La Mexikayotl ha perdido, en el plano físico, a uno de sus más valientes y entusiastas miembros. El señor Octavio Romero Arzate es el descubridor de los restos de Tlaltekatzin, y es el fundador y director del Museo Príncipe Tlaltekatzin, sito en la calle de Libertad #35 en Azkapotzalko.
La calle Libertad... Libertad, nombre emblemático y muy apropiado para aquello que siempre defendió el señor Octavio: la libertad de nuestro pueblo, la resistencia a la opresión y el enaltecimiento de nuestra amada Cultura. A pesar del menosprecio que siempre le mostraron las soberbias autoridades del INAH, él nunca dejó de luchar hasta fundar con sus propios recursos el Museo Príncipe Tlaltekatzin.
Pero más adelante les hablaré de ello. Por ahora, en este momento parto a los velatorios del gobierno del D.F. en San Isidro, para velar los restos de Don Octavio y luego acompañarlo a su lugar de descanso final.
Octavio Romero Arzate, físicamente ya no estás aquí, ahora estás "akemanmiki". Desde donde estés, envíanos tu cariño y tu vitalidad para que sigamos luchando por reivindicar el honor de Tlaltekatzin, y para no permitir que tu legado arqueológico vaya a empolvarse en alguna oscura gaveta de las bodegas del INAH.
¡IUAN OK ZEPA IPAN TLALLI, OCTAVIO ROMERO ARZATE NIKAN KA!