El
Señor del Veneno
Esta es una de las más interesantes e impresionantes historias de la
época virreinal y de aquellas viejas calles metropolitanas.
Al pasar por la Iglesia de Porta-Coeli*, cerca de la puerta, al lado izquierdo, está la
impresionante escultura de un Cristo Negro, rodeado de flores y numerosos
“milagros” de oro y plata. Es el Señor del Veneno, que goza de gran devoción
por ser el protagonista de esta su leyenda secular:
En la segunda mitad del siglo XVII, el rector del
Colegio de Porta Coeli, (una vez concluidas sus labores como director del
colegio y habiendo preparado las actividades del siguiente día) tenía la
piadosa costumbre de meditar durante algunos minutos a los pies de un gran
Cristo Crucificado y besárselos antes de retirarse a su celda a descansar. Esta
imagen había sido fabricada con pasta de caña, una técnica indígena muy
antigua.
Solamente un grave impedimento podría distraer al
religioso de su piadosa devoción, lo cual llamaba mucho la atención de propios
y extraños, quienes admiraban al rector por su humildad y virtud.
Pero nunca faltan los envidiosos, y el rector de Porta
Coeli tenía un enemigo formidable, poderoso, implacable en sus venganzas,
decidido a eliminar a toda persona que pusiera trabas a sus ambiciones, que
eran tan grandes como su maldad. Tal parece que a este malvado le incomodaba
mucho la piadosa devoción del rector, así que comenzó a idear la manera de
matarlo. Finalmente, concibió un horrible plan: se puso de acuerdo con el
sacristán de Porta Coeli (otro hombre infame), e impregnó con un veneno muy
activo los pies del Cristo, ordenando al sacristán avisarle inmediatamente de
la muerte del rector. Y cuando éste llegó a besar devotamente los pies del
Crucifijo, ocurrió algo pavoroso: el Cristo empezó a sudar y a contraer
lentamente sus piernas, y poco a poco se fue volviendo negro, como si su cuerpo
hubiera absorbido el veneno mortal.
El rector, asustado, lloró al ver que el rostro del
Cristo tenía una expresión de inmenso dolor y que sus brazos parecían moverse,
como si deseara bajarse de su Cruz para evitar que su siervo se envenenara.
El infame sacristán, al ver el milagro, se arrepintió
de su cobarde acto, confesó lo que había hecho y suplicó perdón.
Se dice que, ante el portentoso milagro, el perverso
hombre que quiso matar al rector se arrepintió de su maldad, confesó su ruin
acción y rogó perdón, y a partir de entonces cambió de vida.
La noticia se divulgó por todo México, y la gente
comenzó a llamar a la imagen como “El
Cristo del Veneno” o “El Señor del Veneno”,
nombre con el cual se le conoce hasta la fecha.
La devoción al Señor del Veneno fue grande durante la
época virreinal y la primera mitad del siglo XIX; pero el Colegio de Porta
Coeli fue expropiado por las Leyes de la Reforma durante la segunda mitad del siglo XIX, y
en 1935 el templo de Porta Coeli fue transformado en archivero del gobierno.
Cuando esto sucedió, la imagen del Cristo del Veneno
fue retirada del templo. Después de haber rodado mucho tiempo con el peligro de
perderse, la imagen del Señor del Veneno fue llevada a la Catedral Metropolitana
y puesta en una capilla digna del Señor.
El Templo de Porta Coeli fue abierto nuevamente al
culto religioso en la década de 1950. Años después, se le pidió a un artista
mexicano, el señor Enrique Díez (gran devoto del Señor del Veneno) que
esculpiera en una madera más preciosa y más resistente, una copia rigurosamente
conforme al original Señor del Veneno, siendo ésta la que actualmente se venera
en Porta Coeli.
* En el Centro de la Ciudad de México, en la
calle de Venustiano Carranza y a un costado de la Suprema Corte de Justicia de La Nación , se encuentra la
Iglesia de Porta Coeli (que en latín quiere decir “Puerta del Cielo”).
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